Nos preocupa el virus pero… ¿Nos preocupa también la fortaleza de nuestro estado de salud para resistir su ataque? Existen factores ambientales que nos vuelven más vulnerables. La creciente contaminación del aire que respiramos incrementa nuestra fragilidad, aumentando el riesgo de experimentar afectaciones más severas en la salud. Una evidencia más de la escasa #sostenibilidad de nuestro patrón de #desarrollo.
El brote de infección viral nos lleva a prestar atención a la característica del virus, como su resistencia o su capacidad para transmitirse entre las personas. Aun así, la gravedad de un brote se explica no solo por la característica del agente que lo provoca. Los factores humanos y sociales suelen ser cruciales.
Hace tiempo que la Organización Mundial de la Salud viene alertando sobre los niveles de contaminación del aire con que convivimos diariamente. Y que ello incrementa la probabilidad de desarrollar algunas enfermedades crónicas así como su nivel de letalidad. La mayor tasa de mortalidad por accidentes cerebrovasculares, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma, se encuentra estrechamente ligada al incremento de la contaminación del aire.
En estos días la comunidad científica ha sugerido un vínculo estadístico entre la letalidad del coronavirus y las enfermedades provocadas por la polución aérea: los resultados de un estudio vinculan la exposición a largo plazo a la contaminación del aire con la mayor vulnerabilidad a padecer las peores manifestaciones del Covid-19. Surge de un relevamiento preliminar realizado por la Universidad de Harvard sobre un número de condados en los Estados Unidos para los cuáles se conocen los niveles de polución que existieron entre los años 2000 y 2016.
Hoy, como ayer…
Como lo muestran otros episodios de pandemias ocurridos en el pasado, una población más saludable tiene mucha más probabilidad de enfrentar exitosamente el ataque. Vale la pena traer a la memoria el brote de peste negra ocurrido en Europa siglo XIV. Su evocación es oportuna pues la emergencia de esa peste encuentra una de sus raíces en las afectaciones ambientales ocasionadas por un proceso de crecimiento económico que hoy catalogaríamos como “no sostenible”.
En los dos o tres siglos anteriores al surgimiento de la peste Europa occidental vivió un auge económico basado en una significativa expansión de las tierras de cultivo y en una mejora de los métodos de labranza. Ello redundó en más alimento disponible, que a su vez creó las condiciones para el incremento de la población y la disponibilidad de mano de obra para expandir aún más la extensión de las tierras bajo explotación agraria.
Fue un típico ciclo de retroalimentación positiva, que se desplegó a lo largo de casi trescientos años, y que a partir de un determinado momento encontró sus límites: las tierras fértiles comenzaron a agotarse pero la expansión agraria continuó sobre tierras pobres. Al momento de sobrellevar cosechas en temporadas de clima desfavorable, la producción agraria en tierras menos fértiles, difíciles de mejorar con la tecnología de la época, hizo más precarios los rendimientos de los cultivos y, consecuentemente, afectó a la población que de ellos dependía para su alimentación.
Así, cada algunos años sobrevenía la escasez de alimentos, altos precios y su consecuencia natural, hambrunas en la población más pobre, que era la gran mayoría. Así se fue debilitando paulatinamente el estado de salud de la población. Ese frágil equilibrio se vio a su vez perturbado negativamente por un factor climático de más larga duración: desde principios del siglo XIV y hasta mediados del siglo siguiente, y por motivos naturales, el planeta se vio afectado por lo que se llamó una “pequeña edad del hielo”, que ocasionó una baja general de la temperatura y los consecuentes daños en los cultivos. Sus manifestaciones más evidentes fueron el abandono del cultivo de cereales en Islandia, la desaparición de las colonias escandinavas en Groenlandia, y que la viticultura retrocediera en Inglaterra y Alemania.
Así, cuando en el siglo XIV la plaga de la peste negra llega a Europa desde Asia, encuentra a su población en gran medida debilitada por una serie de hambrunas, un factor que explicará la ferocidad del golpe por venir.
Hoy, como ayer, la forma en que vivimos y en que hacemos uso de los recursos del planeta no es ajena a nuestra salud. La historia no se repite, pero permite ver en el pasado la emergencia de patrones que hoy vuelven a presentarse. En nuestros días, la mayor polución aérea ocasionada por una economía basada en el uso de combustibles fósiles, así como el calentamiento global que ello produce, evocan a aquel pasado signado por la explotación excesiva de tierras pobres y por el surgimiento de la pequeña edad de hielo de los siglos XVI y XV.
El desarrollo sostenible remite a estas cosas y destaca los riesgos que emergen de los desequilibrios. Invita a adoptar una comprensión histórica de los patrones de la enfermedad, a identificar los determinantes económicos y ambientales de la salud de la población, o los de su contractara, de los riesgos de enfermar.
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estimado Marcelo ampliando tus comentarios, sobre el corona virus y la contaminación del aire, es un caso practico de salud, desarrollo local y medio ambiente, el botadero de basura del gran santo Domingo tiene ,mas de 15 días incendiado y esto ha producción humo y contaminación del aire en la Principal Ciudad de República Dominicana que es Santo Domingo
esto esta unido al encierro por toque de queda debido al corona virus, que con este nuevo factor hace a la población aun mas vulnerable a enfermedades respiratorias y complica mas este virus
todo por una gestión ineficiente de los municipios y trae como consecuencia un mal ambiental que se convierte de inmediato en un mal de salud
como veras toda una cadena de males
abrazos
hernan Minier
investigador UASD
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Hernán, la situación que describes es muy pertinente para mostrar los efectos negativos sobre la salud, en este caso, de un modelo de tratamiento de los residuos que es muy común en nuestra región y que agrava su impacto en la pandemia. Muchas gracias!
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