Desarrollo migrante

¿En qué consiste el desarrollo? Difícilmente quienes estemos leyendo estas líneas hayamos llegado hasta aquí sin una idea Desarrollo migranteaproximada del concepto. Sin embargo, una encuesta entre nosotros rápidamente revelaría las distintas acepciones que atribuimos al término. Quizá una comparación entre el pasado y el presente aporte algo de claridad.

Pensemos en nuestras actuales sociedades, aquellas que tenemos más cercanas. En aquella comunidad que bulle en el seno de las ciudades en donde actualmente habitamos. Miremos brevemente hacia atrás en el tiempo para poder así reparar en algunos rasgos del proceso histórico que nos ha traído hasta este presente como sociedad. Al volver la vista atrás tomaremos conciencia de los cambios profundos e irreversibles en las formas de vida en que estamos sumidos, tanto nuestra generación como la de quienes nos precedieron recientemente, nuestros padres y abuelos.

Las últimas siete décadas han sido el escenario de una transformación económica, social y cultural sin precedentes desde que la humanidad tiene registro de su historia ¿Por qué razón? En principio, porque estos últimos setenta años pusieron término a un período de más de seis o siete milenios de historia, iniciados con la aparición de la agricultura, en donde la inmensa mayoría de la población se encontró abocada directamente a las tareas de cultivo. Desde el neolítico, prácticamente todos los seres humanos habían vivido de, y para, la tierra, en la producción de alimentos. Hacia 1950, en la mayoría de los países de Latinoamérica y el Caribe, los campesinos constituían la mitad o la mayoría absoluta de la población activa. Dos décadas después, salvo pequeñas excepciones en Centroamérica y el Caribe, los campesinos ya eran una minoría. El campesinado, tal como lo conocimos desde siempre, hoy se ha convertido en una forma de vida minoritaria.

Ese crecimiento económico global, que en los países más adelantados ya se ha traducido en mejores condiciones de vida para vastos sectores sociales, en nuestra Región aún no llega a beneficiar a las grandes mayorías. No obstante, de una u otra forma, toda esta fabulosa transformación de las formas en que los hombres producen bienes y servicios ha venido a traer profundos cambios en sus formas de vida.

La lógica que gobierna el actual sistema económico se caracteriza por impulsar a nuestras sociedades a una búsqueda incesante por poner a disposición de la mayor cantidad de gente la mayor cantidad de bienes. Ello obliga a encontrar maneras de producir en menos tiempo y con menos costo.

Así, en una historia que ya lleva poco más de dos siglos, ingresan permanentemente al ruedo regiones antes alejadas del mundo, que logran producir bienes en forma más eficiente de lo que hasta ese momento se podía hacer en las viejas regiones. Ello trae aparejadas fuertes transformaciones económicas cuyo efecto más visible es su capacidad para disparar desestructuraciones y reestructuraciones sociales, que modifican de manera radical las formas de vida y los modelos mentales que a ellas respondían. Un ejemplo de estos cambios: en la segunda mitad del siglo XIX, Europa occidental profundizaba su despegue industrial y demandaba alimentos abundantes y baratos para sus masas trabajadoras. Regiones del mundo hasta ese momento desconocidas para la gran mayoría de los campesinos europeos, ubicadas en América del Sur o en Australia, con grandes praderas de clima templado y tierras fértiles, aparecen en escena encontrando la posibilidad de producir esos alimentos y materias primas demandadas en las ciudades fabriles europeas, en forma más eficiente que los propios sistemas campesinos europeos. El ferrocarril y el barco a vapor hicieron el resto al permitir el transporte de un lado al otro del mundo en tiempo y forma: en apenas un par de décadas productos alimenticios baratos, producidos en el otro lado del mundo, comenzaban a llegar a los puertos europeos, ofreciendo alimentos al alcance de los modestos salarios de los trabajadores industriales, que vieron mejorar notablemente sus dietas. La contracara de ese proceso fue que la tradicional y arraigada agricultura campesina en la misma Europa se sumió en una decadencia sin remedio. Ello obligó a estos campesinos a una migración en masa, en parte a las ciudades europeas, en parte hacia esos nuevos territorios de ultramar en donde ahora se producía aquello que durante siglos se había elaborado en torno a las aldeas que los cobijaron por generaciones. En las últimas décadas del siglo XIX y los principios del siglo XX el desarrollo fue impulsado no solo por la libre movilidad de los capitales y los bienes, sino también de las personas.

La mayoría de las veces, las condiciones de vida iniciales en las ciudades de arribo fueron muy inferiores a las que tuvieron en sus aldeas los ancestros de los campesinos migrantes. Sobrellevar el desarraigo y la adaptación al modo de vida citadino tampoco fue un proceso fácil y rápido, por lo menos, para la primera generación. Pero también la mayoría de las veces, las siguientes generaciones alcanzaron en las ciudades un estándar de vida superior al de quienes quedaron en las viejas aldeas, ya casi deshabitadas.

Así avanza nuestro mundo. Los hombres impulsan acciones que en el mediano y largo plazo permiten a las mayorías mejorar los bienes disponibles y su calidad de vida. Pero ese proceso arroja, en el corto plazo, en forma casi inevitable y permanente, un saldo de grupos sociales beneficiados y de perjudicados por los cambios.

Tal vez sea válido entonces postular que la promoción del desarrollo consiste en impulsar medidas que vuelvan más dinámico el sistema económico. Y que también radica, inexcusablemente, en apoyar a los numerosos grupos de población migrante durante el profundo y vertiginoso proceso de adaptación personal y social que les obligan a realizar los rápidos cambios económicos.


Sugerencias para quienes deseen explorar más:

Capacitación:    el texto de arriba integra el material de aprendizaje de un curso corto y de orientación práctica que ofrece el Banco Interamericano de Desarrollo. En él se analizan las implicancias del concepto de desarrollo y las especificidades que rodean a la gestión de iniciativas que lo promueven. El curso inicia pronto y aún posee vacantes. En este link se accede a su descripción: https://cursos.iadb.org/es/indes/el-desarrollo-y-su-gerencia

Lectura: Existe una elaborada descripción de estos procesos de cambio vividos en las ciudades latinoamericanas en la siguiente obra, especialmente en el capítulo 7: Romero, J. L. (1986). Latinoamérica, las ciudades y las ideas.  Argentina: Siglo XXI Editores S.A. 3ª edición. https://sigloxxieditores.com.ar/libro/latinoamerica-las-ciudades-y-las-ideas/

Imagen:  Migrante y libre. Autor: Laura Antonelli. Obtenida del sitio “Otros Diálogos”, del Colegio de México. Link a la imagen: https://otrosdialogos.colmex.mx/wp-content/uploads/2019/03/CART_0010_Capa-20.jpg


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