Sensibilidad

La mejora de las condiciones de vida de las personas depende cada vez más de la situación del entorno natural. Pero aun no poseemos suficiente conciencia de los esfuerzos que conlleva cuidar el ambiente. En la actualidad, las iniciativas ambientales encuentran su principal reto en lograr ese cambio de valores.

sensibilidadEl entorno natural que nos rodea tiene capacidad para mejorar la calidad de vida de las personas, o para empeorarla. Las condiciones del ambiente se están transformando por las actividades humanas. Y lo hacen en un sentido negativo para nuestro nivel de vida. Dos grandes procesos impulsan esas variaciones. Uno es el proceso de cambio climático. Otro, la pérdida de la diversidad biológica. Responden a conjuntos de factores distintos, aunque relacionados.

El fenómeno del cambio climático es más conocido, y lo causa el proceso de calentamiento global, originado por el uso de combustibles fósiles.

El proceso de pérdida de biodiversidad es menos conocido. La biodiversidad es la cantidad, variedad y variabilidad de los organismos vivos. Cada especie que habita el planeta Tierra ha evolucionado juntamente con otras durante millones de años, ocupando un nicho ecológico y cumpliendo una función en el ecosistema. Al afectar una especie alteramos el equilibrio del ecosistema y, consecuentemente, su funcionamiento. Por ejemplo, impidiendo la polinización de las plantas o la resistencia a las especies invasoras, sin las cuales sería imposible producir los alimentos que consumimos a diario. Esos son solo algunos de los beneficios que nos proveen los ecosistemas, con su biodiversidad preservada.

La pérdida de biodiversidad puede responder, entre otras razones, a la introducción y propagación de especies exóticas invasoras fuera de su área de distribución habitual, a la sobreexplotación de recursos naturales, a la contaminación humana, o la modificación artificial del hábitat. Por ejemplo, las ciudades, al transformar pastizales en zonas urbanas, o al contaminar los ríos, destruyen el hábitat de miles de especies, provocando la extinción de las más vulnerables.

Tanto el cambio climático como la pérdida de biodiversidad constituyen problemas que se pueden enfrentar exitosamente a través de medidas de política pública que hoy resultan viables tanto desde la faz técnica como económica.

Por ejemplo, una forma de evitar o disminuir la proliferación de bienes y servicios que dañan el ambiente es estableciendo regulaciones que obliguen a sus productores a incorporar en su precio el costo que conlleva reparar ese daño. Esto se ha logrado en muchos casos introduciendo impuestos, gravando en forma especial a las actividades contaminantes. Así, el mayor precio final ha incentivado la introducción de cambios tecnológicos, cambios en la forma en que se elabora el producto, haciéndolo más benéfico para la salud del ambiente. En el corto plazo los impuestos incrementan el costo de vida para los consumidores pues, en gran medida, el mayor costo de producción se traslada al precio que paga el consumidor. Sin embargo, a mediano plazo los productos se abaratan, a medida que los productores introducen las nuevas tecnologías, que les permiten no solo evitar los impuestos sino también incrementar su productividad.

Por ejemplo, el precio de los combustibles fósiles sería más elevado si incorporara el costo social que conlleva la contaminación. Ese mayor precio incentivaría aún más el desarrollo de las tecnologías inherentes a energías no contaminantes. Sin embargo, aún en países con economías prósperas, ese tipo de medidas suele ser vetado por la opinión pública. Así sucedió recientemente en Francia, con el movimiento de protesta de los chalecos amarillos. Asimismo, los ejemplos de varias ciudades muestran lo políticamente costoso que resulta incrementar restricciones vehiculares a los automóviles, beneficiar al transporte público con carriles exclusivos o, si fuera el caso, incrementar las tarifas del servicio de trasporte público automotor para financiar su reconversión a vehículos eléctricos.

Por esas razones este tipo de medidas que permitirían revertir los daños al ambiente, en la mayoría de los casos, aún no resultan viables políticamente.

Además, en muchas ocasiones las medidas afectan intereses de grupos muy concentrados y poderosos, que desarrollan actividades económicas que solo son rentables porque no incorporan los costos sociales de la contaminación ambiental que producen.

A su vez, la introducción de impuestos a la contaminación requiere, en muchos casos, acuerdos internacionales: si el impuesto no se aplica en varios países a la vez puede suceder que las empresas dejen de producir dentro de las fronteras de aquellos que aplican el impuesto y trasladen su producción al territorio de los que no lo aplican.

En todos los casos, las medidas requieren que los ciudadanos estemos dispuestos a hacer un esfuerzo. Por ejemplo, que aceptemos pagar mayores precios por productos y servicios menos contaminantes, al menos en el corto plazo. O que estemos bien predispuestos a introducir cambios de hábitos y costumbres, como guiar nuestro consumo de alimentos de forma más consciente con los impactos ambientales que conlleva su producción, o comprar productos cuyos residuos puedan ser fácilmente reciclados y reintroducidos en el proceso productivo.

En conclusión, todo indica que aún no hemos llegado a la situación en que los gobiernos cuenten con el apoyo ciudadano suficiente como para incrementar precios e impuestos con objetivos ambientales, para demandar cambios profundos en línea con formas de vida más sostenibles o para enfrentar exitosamente intereses sectoriales.

Otra consecuencia de todo ello es que las iniciativas para el desarrollo sostenible −un desarrollo atento a la mejora del ambiente− precisan ubicar entre sus principales focos la sensibilización, información y educación ambiental al ciudadano.

Necesitamos iniciativas de desarrollo con ese fin, con potencia comunicacional. Eficaces para hacer que las personas valoremos la preservación del ambiente tanto como para estar dispuestos a enfrentar aquellos cambios en nuestra forma de vida que su cuidado implica.

Para saber más:

Existen metodologías capaces de facilitar el diseño de iniciativas de promoción del desarrollo con foco en el logro de cambios valiosos en los valores, conductas y actitudes de las personas. Este breve curso ofrecido por la AcademiaBID instruye al respecto: Teoría del Cambio en la Gestión del Desarrollo. Un hilo de Ariadna para promover transformaciones valiosas

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