Gestionamos iniciativas que promueven el desarrollo de nuestras sociedades y cuidamos que los esfuerzos se traduzcan en resultados. Somos responsables por que los recursos invertidos en los proyectos se traduzcan en resultados valiosos, esto es, mejoras en la calidad de vida de quienes son sus destinatarios. Para dar sustento conceptual a ese mandato nos inspiramos en el enfoque de la gestión por resultados, al cual hemos realizado una significativa adaptación: decimos que no aplicamos la gestión por resultados, sino la gestión para resultados en el desarrollo (GpRD). Parece una diferencia menor, pero encierra una grande.

Los resultados en el desarrollo son una clase especial de logros. Son aquellos que pueden asociarse a cambios valiosos en la conductas, comportamientos, usos y consumos de las personas, y a transformaciones positivas en la dinámica social que esas personas corporizan.

Un ejemplo. Pensemos en un impacto social como el de garantizar el acceso a agua potable a la población que habita en barrios muy pobres o precarios, imperativo de tanta vigencia en estos tiempos pandémicos de lavado de manos intensivo.

Si así fuera, un logro como redes de agua potable construidas y operativas en esos barrios no califica como un resultado en el desarrollo. Será sin dudas un resultado, pues será la consecuencia buscada de haber hecho antes una serie de actividades.

Sin embargo, sí será un resultado que califica como de desarrollo el haber conseguido que las viviendas dispongan de conexiones de agua potable que funcionan en baños y cocinas. Por supuesto que esto último nunca podría lograrse si antes no se construyeran las redes que conducen en agua hasta las viviendas. Pero bien podría pasar que existieran esas redes y que las viviendas no se conectaran a ellas por el simple hecho de que sus habitantes carecieran de recursos como para solventar las instalaciones domiciliarias adecuadas para conducir el agua hasta el baño y la cocina.

Gestionar para (obtener) resultados en el desarrollo entonces, es ir un poco más allá de la gestión por resultados. Demanda claridad con respecto a qué cambio social meritorio se busca desencadenar, y diferenciar esos resultados de cambio de aquellos que solo expresan y tiene sentido si son medios para ello. Así, el contraste estará dado según dónde establezcamos nuestro punto de llegada deseado en el mapa, referencia primordial de éxito.

¿Bastante obvio, es cierto? Sin embargo… ¿cuántos programas de promoción del acceso al agua potable o segura conocen que se jactan de la cantidad de kilómetros de redes construidas en esos barrios, pero que desconocen cuántas viviendas luego cuentan con instalaciones de agua que funcionen?

A quienes quieran leer algo más sobre este enfoque, les sugiero un breve texto fundacional (acceder con este link) que es un apartado de la más extensa publicación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD) Principios de GpRD en acción: Libro de consulta de buenas prácticas recientemente identificadas. Esa publicación completa está disponible en (https://www.oecd.org/dac/effectiveness/36853632.pdf)