Cuando el proceso interesa más que el resultado

Anhelamos una sociedad que nos ofrezca la posibilidad de realizarnos según nuestra vocación y preferencias, deseamos arribar a destinos Monet 800x541individuales libremente elegidos sin importar la condición social del hogar donde nacimos, nuestro género, color de piel, credo o nacionalidad. Recorremos así  itinerarios de vida personalizados, que dan lugar a la diversidad, a la pluralidad que enriquece, atributo fundamental del tipo de progreso al que aspiramos.

Vale la pena entonces reparar en algunas consecuencias lógicas de tal situación. Cuando transitamos por distintos caminos, naturalmente observamos el mundo desde distintas perspectivas y desarrollamos diversos intereses, algunos de los cuales suelen entrar en conflicto con los que poseen las otras personas. Así, diversidad y diferencias de opinión e interés se tornan dos caras de la misma moneda: imposible aspirar a la pluralidad y que no afloren discrepancias, todas ellas legítimas. Divergencias que es necesario procesar adecuadamente. La administración inteligente y eficaz de las diferencias se vuelve entonces un componente crucial en la promoción del desarrollo, un atributo imprescindible de aquellas sociedades que ofrecen reales oportunidades de realización personal a sus miembros.

Los sistemas políticos se encargan de hacer esa gestión de las diferencias al momento que deben tomarse decisiones que comprenden al conjunto y que tienen capacidad para afectar de desigual manera nuestra vida. Pensemos por ejemplo cuando se da el caso en que un país debe decidir qué obra importante incluir en el presupuesto que aprobará por ley el Congreso de la Nación. Seguramente habrá varias opciones: puertos, carreteras, represas hidroeléctricas, y muy probablemente también, todas posean la capacidad de beneficiar significativamente al país en general, y a determinados sectores y regiones en particular.

Supongamos que se adopta la decisión de incluir en el presupuesto una presa hidroeléctrica que estará ubicada en un Estado o provincia determinada del país. Ello implica que no se realizarán, al menos en lo inmediato, otras obras importantes en otros lugares del país. ¿Cómo se llegaría a esa decisión? Seguramente será aprobada gracias al voto afirmativo de algunos parlamentarios representantes de otros Estados o provincias del país, quienes habrán recibido en compensación compromisos de obra pública de distinta cuantía en sus propios distritos. Una obra que seguramente otros parlamentarios rechazarán. Al final de la votación habrá habido ganadores y perdedores, satisfechos e insatisfechos con el resultado del proceso de deliberación y toma de decisiones.

Pero aquello que no estará en duda será la legitimidad del proceso a través del cual se adoptó la decisión: estudio en comisión de los distintos proyectos de obra pública, negociación entre quienes sostienen distintas posiciones, debate parlamentario donde se argumentan las razones a favor y en contra y, recién como último paso, votación. Al final, unos y otros  aceptarán como legítima la decisión, aunque no estén de acuerdo con su contenido.

Así sucede casi siempre en nuestras democracias. Ellas operan sobre esa base: las mayorías pueden adoptar decisiones que las minorías no deseen siempre y cuando esas decisiones no afecten determinados derechos y garantías fundamentales de las personas, establecidas por la Constitución, y siempre y cuando la decisión sea adoptada siguiendo los procedimientos que ordenan la Constitución y los reglamentos de los cuerpos representativos. Nuestras democracias están lejos de ser dictaduras de las mayorías, donde éstas deciden sobre cosas que afectan a todos imponiendo el rigor del número en una votación. La legitimidad de la decisión viene dada por la naturaleza del proceso a través del cual se arribó a ella.

Se ha dicho alguna vez que en la democracia las formas interesan mucho. Podríamos agregar que a la hora de contar con sistemas políticos que promuevan el desarrollo de sus sociedades, quizá las formas importen tanto o más que el resultado.


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Imagen: Título: London Parliament. Creador: Claude Monet. Fecha: 1903. Ver la obra en detalle en Google Arts & Culture: https://g.co/arts/sLSV7BjhaE7NhwPdA


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4 comentarios sobre “Cuando el proceso interesa más que el resultado

  1. La administración inteligente y eficaz de las diferencias se vuelve entonces un componente crucial en la promoción del desarrollo, pero las decisiones de los sistemas políticos se encargan de hacer esa gestión de las diferencias al momento que deben tomarse decisiones que comprenden al conjunto y que tienen capacidad para afectar de desigual manera nuestra vida. Para eso debemos tener un instrumento guía para tener el norte a donde ir, como por ejemplo un Acuerdo Nacional y/o planificación estratégica del País que queremos tener en el futuro, tendremos que tomar el camino que nos lleva a ese norte de lo contrario las decisiones de las mayorías nos pueden llevar a cualquier parte solo pensando en los números de votos que tiene cual o tal región que se impone sobre el resto, esto puede ocasionar conflictos y acciones separatistas de las regiones afectadas.

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    1. Eleazar, sospecho que al efectuar el comentario estás teniendo en mente un caso muy concreto y particular.
      Más en general, coincido en que un acuerdo de la naturaleza que mencionas, un plan estratégico de desarrollo del país o de una región, acordado en tiempo y forma entre todos los sectores sociales, productivos y políticos, y con un horizonte de mediano y largo plazo, ayuda a acotar el riesgo de que predominen luego decisiones políticas que vayan por afuera de ese marco, y que fueran adoptadas gracias a mayorías electorales coyunturales.

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  2. Saludos Marcelo, excelente ejemplo para explicar cuando el proceso interesa más que el resultado, pues en la arena del Estado, donde los diferentes poderes convergen, así como, los diferentes colores de partidos políticos, sobre todo en democracia representativa, pues hay cosas que todos estarán de acuerdo, pero precisamente en el proceso es que se dan las diferencias, donde se generan las brechas para sacar capital político, donde interpretar las normas y enarbolar la bandera de protección de derechos ciudadanos parece importante, en ese juego es que se gesta el desarrollo, usando la forma a conveniencia, pues en definitiva quien quede en la foto de las luchas, quedará en la mente del ciudadano luego elector, ya el resultado tendrá muchos padres o será huérfano, por eso, muchas cosas a favor o no del desarrollo se hacen o no se hacen, dependiendo de la importancia que revista el proceso para quienes lo impulsan y/o requieren.

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