En el campo del desarrollo queremos ver resultados. Sin embargo, conceptos como “observación”, o “cuestiones ocultas a la vista”, expresan figuraciones, carecen de literalidad. Los “resultados para el desarrollo” no pueden verse ni seguirse tal como uno hace con cosas más concretas. Solo accedemos a ellos a través de sus manifestaciones perceptibles, sus señales: los indicadores.

En el campo del desarrollo queremos ver resultados. Pero conceptos como “observar”, o “percibir” se utilizan en sentido figurado, carecen de literalidad. Los “resultados para el desarrollo” no pueden verse tal como uno hace con cosas más concretas. Accedemos a ellos a través de sus manifestaciones perceptibles, sus señales: los indicadores.
Vemos directamente un árbol y vemos la evolución del nivel de agua cuando volcamos líquido en un recipiente. Pero no vemos con nuestros ojos mejoras nutricionales ni seguimos con la vista un proceso que busque sensibilizar e incorporar prácticas de rendición de cuenta entre gestores gubernamentales, por poner dos ejemplos de resultados para el desarrollo.
Analicemos entonces con detenimiento qué buscan sugerir estos términos importados de otros campos. Recurramos a los ejemplos de logros habituales en el campo de las iniciativas de promoción del desarrollo: un resultado sustantivo en un programa de alimentación escolar, que busca suscitar el compromiso de los maestros en él, podría ser enunciado como “Los educadores valoran la utilidad del servicio de almuerzos escolares y colaboran con su realización”; otro resultado más estratégico aún podría ser enunciado como “Mejora del nivel nutricional de los niños”. Como podemos apreciar, los resultados del desarrollo son declaraciones descriptivas: su función es representar, con relativo grado de abstracción, una determinada realidad. Buscan comunicar un estado de cosas deseado, por el cual se trabajará en la iniciativa. Describen el mundo tal como queremos que sea. Y si son estados de cosas, entonces su existencia debe poder evaluarse en términos de verdad o falsedad: debe poder decirse de ellos si es cierto o no que tal estado de cosas está ocurriendo. A la vez son enunciados que utilizamos para comunicarnos con otras personas. Enunciados que deben constituirse en herramientas eficaces de comunicación, connotando un mismo concepto tanto para el emisor como para el receptor.
Así, para dar cuenta apropiadamente de un resultado deben cumplirse ambas condiciones: debe poder decirse con fundamento si existe o no, y debe poder decirse si posee el mismo significado para los distintos públicos.
Fruto de ello aparecen los problemas: ¿Es posible “ver” en forma directa un resultado que remite a la valoración que poseen los educadores sobre un servicio? ¿Cómo hacemos para “observar” el nivel nutricional de los niños bajo programa? Además, ¿dos personas que “observen” la valoración que poseen los educadores de un determinado tema, “verán” lo mismo?
Tomemos el primer ejemplo. Pensemos en un caso sencillo como es el resultado “Mejora del nivel nutricional de los niños”. Los médicos y nutricionistas se han puesto de acuerdo sobre cómo se expresa o manifiesta en un niño su estado nutricional en la faz antropométrica, basándose en la medición de peso y talla, y comparando esas medidas con la referencia que ofrecen las tablas que estandarizan qué tan adecuadas son con relación a la edad. En la gran mayoría de los casos, con sólo observar esas medidas, ellos podrán decir con relativa seguridad si es verdadero o falso que un niño determinado esté bien nutrido.
Tomemos ahora el segundo enunciado de resultado propuesto más arriba, sobre los educadores. ¿Podemos “ver” si éstos valoran o no el servicio de alimentación que provee la escuela? Sí, podemos “verlo”, pero con una condición: que definamos primero qué queremos decir cuando decimos “valoran”. Y ahí es que tenemos que disminuir el nivel de generalidad del enunciado del resultado a cosas que se puedan ver efectivamente, a fenómenos observables.
Por ejemplo, lo primero que surge a la mente es hablar con esos maestros y, a través de un cuestionario predefinido, recoger su opinión. Conscientes de que lo que decimos las personas no siempre es lo efectivamente hacemos, podríamos complementar esos registros a través de la observación de la actitud que adoptan los maestros. Así, podríamos considerar un signo de que los docentes valoran el servicio de comidas si ocurriera que los vemos organizar la tarea escolar y sus tiempos, contemplando adecuadamente durante la clase el corte temporal para concurrir al comedor. O podemos observar si el docente colabora en las tareas de llevar y acomodar a los niños en el salón donde se sirve el servicio de comida escolar. Seguramente se nos ocurrirán otros signos o evidencias que nos permitirán afirmar si el resultado “Los educadores valoran la utilidad del servicio de almuerzos escolares y colaboran con su realización” es un estado de cosas deseado cuya existencia se demuestra verdadera o falsa. Y todos los signos que se nos ocurran serán discutibles y necesitarán de un consenso previo entre nosotros.
Si reparamos en el razonamiento de más arriba, veremos que la función del enunciado de un resultado es representar una realidad. Y toda representación es una mediación. Por lo tanto, el enunciado cumple la función de mediar entre la realidad que queremos ver y nosotros: nos refiere una situación que será recreada o denotada por el enunciado que conforma el resultado. ¿Cómo se representaría ante nuestros ojos el fenómeno de valoración del servicio escolar de comidas por parte de los docentes? Como dijimos, tal vez podría suponerse expresado en una actitud de parte de éstos, por ejemplo, cuando exista un acompañamiento cuidadoso de los niños hasta el salón comedor. Pero esa actitud también podría ser un signo de que sólo cuidan a los niños para que no se generen disturbios en el camino entre el aula y el salón comedor.
En definitiva, una cosa es lo que vemos y otra lo que connota o expresa. Pero en ningún caso “vemos” la situación. Ésta deberá ser “descrita” porque es necesario encontrar y acordar cuáles serán sus expresiones o manifestaciones perceptibles, cuáles sus indicios o señales que la indican.
Para saber más:
Capacitación: el Banco Interamericano de Desarrollo ofrece un curso breve y con enfoque práctico destinado a desarrollar la competencia gerencial para medir los resultados en el desarrollo, que en estos momentos tiene abierta la inscripción: Indicios y Señales para la Toma de Decisiones en la Gestión del Desarrollo. El texto del artículo está tomado de sus materiales de aprendizaje. Aquí el link a su descripción ↗
Imagen: Huile sur toile (1925) de Vassily Kandinsky. Musée National d’Art Moderne, Paris, France. Donation Nina Kandinsky 1976. Imagen de Google: https://artsandculture.google.com/asset/yellow-red-blue-no-314-0048/5QG5ZG7PLO-lIQ
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