Los bienes y servicios creados por un proyecto para el desarrollo humano tienen el propósito de suscitar cambios valiosos en los conocimientos, conductas y prácticas de las personas. Pero la relación entre unos y otros es incierta. Los esfuerzos en pos de incrementar la efectividad en el desarrollo suelen olvidar este hecho.

Toda intervención que se quiera inscrita en el campo del desarrollo se planteará lograr cambios en las personas. ¿Cambios de qué tipo? Proponemos: en las formas de vida y en las formas de mentalidad o racionalidad de los actores. ¿En qué consiste uno y otro?
Los individuos nos encontramos inmersos en un proceso social que configura distintos estilos de vida. Ello da lugar a que adoptemos formas de representar ese estilo de vida. Estilo que será visible para otros cuando expresamos, los sistemas de significados y valores que portamos, en forma consciente o no. Por ejemplo, cuando nos trasladamos a sociedades distintas experimentamos el fenómeno de descubrir que cierta forma de vestir o de concebir una situación, que para nosotros era “normal”, en ese otro ámbito social asumía características “extrañas”. Nos dábamos cuenta en ese momento que teníamos costumbres distintas. ¿Qué son entonces las costumbres? Pensemos en ellas como cuerpos de prácticas y experiencias, de percepciones definidas que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo. Es nuestra conciencia práctica, tal como nos hace actuar, más allá de lo que decimos. Son los significados, los valores y las prácticas que expresamos inconscientemente, y que nos llevan sin darnos cuenta a actuar de cierta manera.
Y así sucede que cosas que nos resultan “normales”, que son nuestras costumbres, pueden ser, a la vez, obstáculos para mejorar nuestras condiciones de vida. Puede sernos normal cruzar la calle en cualquier lugar o conducir el automóvil de manera desaprensiva para con los peatones. Pero las tasas de morbi-mortalidad ocasionadas por accidentes de tránsito operan en contra de una mejor calidad de vida. Podemos considerar que estamos en nuestro derecho de evadir la mayor cantidad de impuestos que podamos, y fundar nuestra creencia en el despilfarro o las irregularidades que reinan en el manejo de los asuntos públicos. Pero ninguna sociedad puede existir por mucho tiempo si carece de los recursos para brindarse a sí misma aquellos bienes y servicios públicos que por sí sólo cada individuo no puede proveerse: seguridad, cuidado en la vejez, preservación del medio ambiente, entre otras, que se financian con los impuestos.
Y cambiar las costumbres de las personas no es tarea sencilla, por ello muchas de las intervenciones de desarrollo son de difícil consecución. Puede ser relativamente sencillo construir una carretera entre las montañas para que una comunidad campesina deje de estar físicamente aislada de una ciudad comercialmente importante. Pero será mucho más complicado hacer que esa comunidad pueda enfrentar con éxito la competencia comercial de todos los productos y servicios que antes se producían allí y ahora llegan desde la ciudad a mejor precio y calidad. Y también será un desafío de gran magnitud lograr que la comunidad aproveche las nuevas oportunidades económicas que le brindará un flujo de comercio más fluido con esa ciudad. La nueva carretera traerá aparejada una modificación profunda del perfil productivo comunitario. O sea, la carretera será un medio para el progreso de la comunidad antes aislada siempre y cuando la iniciativa prepare a las personas para transitar profundos cambios en sus formas de vida y de pensar.
Esos son los cambios que expresamos como resultados de nivel efecto en la cadena causal de resultados de un proyecto: productos terminales (carretera, capacitación y asistencia técnica a la comunidad), que esperamos causen efectos inmediatos, que a su vez causarán efectos finales, que a su vez causarán impactos en términos de mejora de la calidad de vida de la comunidad. Esa cadena de transformaciones valiosas será la columna vertebral de la teoría del cambio del proyecto en cuestión.
Así, los resultados de nivel efecto representan el fruto del proceso de interacción que se establece entre la oferta de bienes y servicios de la intervención –productos terminales– y la demanda efectiva y sostenida de la población objetivo. Los efectos expresarán aquellos cambios valiosos en los conocimientos, comportamientos, actitudes, o prácticas de las personas que constituyen el centro de atención de la intervención.
Sin embargo, nuestras figuras lingüísticas no nos ayudan a comprender apropiadamente la forma de obtener esos resultados: la relación hipotética entre productos y efectos –o entre efectos e impactos– nos lleva a pensar en una relación causa-consecuencia. Estamos ante una metáfora que induce a error: nos encontramos en el campo de lo social, y la materia deja de ser los elementos y pasan a ser las personas y las relaciones que establecen entre ellas. Abandonamos el campo de la física o de la química, en donde prevalecen las regularidades, para incursionar en un terreno con amplios márgenes de incerteza: no todo aquello que causa una determinada reacción en un grupo de personas, lo hará en otro. Y no siempre una misma población objetivo reaccionará de igual talante ante análogo suceso: en el campo de lo social no existen determinaciones causa-efecto universales, y por eso estamos obligados a concebir a las intervenciones para promover el desarrollo como un experimento, donde será necesario probar distintos caminos, ensayar.
Dicho de una forma familiar en nuestro idioma, y que expresa muy bien el sentido que queremos traer aquí: en tanto gestores de iniciativas para el desarrollo deberemos observar una y otra vez con atención si nuestros productos surten efecto.
Si los esfuerzos de nuestra intervención nos permiten decir que hemos construido un vínculo entre lo que hacemos y lo que queremos lograr.
Un puente que nos permita afirmar que comenzamos a internarnos en las tierras del desarrollo.
Para saber más:
Formación: Quienes deseen profundizar en el dominio de identificar teorías del cambio y cadenas causales de resultados en proyectos y servicios dirigidos a promover el desarrollo, encontrarán aquí descrita↗ una opción de formación corta y de orientación práctica que ofrece el Banco Interamericano de Desarrollo, de mi autoría.
Imagen: Monet, C. (1899) The Water-Lily Pond. Painting. [Oil on canvas] Location: The National Gallery, London. Source/Photographer: https://artsandculture.google.com/asset/the-water-lily-pond/nQExbyttj8z58A
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Gracias Hugo por compartir estas consideraciones sobre las posibilidades de acción-reacción de los colectivos y las personas a las que se afecta (positiva o negativamente) con un proyecto o una política pública.
Saludos
V Tapia
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